martes, 27 de mayo de 2014

Me da miedo recordar lo que en un momento llegué a ser y por qué mi vida dió un cambio que consiguió partirme en dos; me permitió conocerme y, a su vez, perderme en mi misma. He aprendido tanto de la vida que hasta sé llorar por dentro. Aprendí a callar y a fingir sonrisas; escribí y dibujé lo que dolía, para no dejar ver que las estatuas frías también lloramos. Supe como mentir sin parpadear y lo peor es que hoy sé vivir con un peso que en su día me cambió los grados de curvatura en la sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario