Me da miedo recordar lo que en un momento llegué a ser y por qué mi vida dió un cambio que consiguió partirme en dos; me permitió conocerme y, a su vez, perderme en mi misma. He aprendido tanto de la vida que hasta sé llorar por dentro. Aprendí a callar y a fingir sonrisas; escribí y dibujé lo que dolía, para no dejar ver que las estatuas frías también lloramos. Supe como mentir sin parpadear y lo peor es que hoy sé vivir con un peso que en su día me cambió los grados de curvatura en la sonrisa.

Lo molesto de la vida es cuando sientes que no tienes oportunidades. El mundo es una masa consumista, manejada por dinero; ninguna novedad. El problema es, ¿cómo marcar una diferencia sin contar con el dinero suficiente para avanzar? Todos tenemos puntos fuertes, todos tenemos alguna habilidad específica. Uno siente que tiene todo al alcance de su mano. Hasta que choca con la realidad. ¿Cómo demostrar que se cuenta con el talento cuando no se tiene dinero para ingresar al círculo? No siempre existe un alma caritativa que te permita cumplir tu sueño gratuitamente (y la suerte no existe). No siempre existe alguien que vea tu talento y te abra la puerta. El momento en el que te das cuenta de que tu único impedimento es algo monetario. Cuando tienes el esfuerzo, la dedicación, la consistencia, la habilidad; pero no tienes la moneda. Todo en la vida tiene un coste..